viernes, septiembre 22, 2006

Lo que quería y lo que tengo

Hace meses cuando aún estaba en la universidad apunto de graduarme tenía espectativas bien definidas de lo qué quería hacer con mi futuro, sueños bien lindos pues.



Esperaba seguir en Guadalajara y hacer carrera en algún periódico tapatío, continuar con mi estancia en la casa cerca a Periférico Sur y López Mateos, asistir al ITESO de vez en cuando para saludar a mis amigos.

Esperaba que las noches de banda en casa de Selene fueran constantes y que la legión zampoada no se perdiera en el agetreo de la vida cotidiana, que siempre hubiera espacio para la cáscara con los Burros Salvajes y las Mulas.

Y lo más importante conservar esas amistades, independizarme de mi familia y ver a Martha cada noche después de trabajar. Autlán estaba en mis espectativas lejanas.

Lo que quería era uno de esos sueños de grandeza mal fundados en donde se espera que todo caiga por añadidura a la carrera universitaria, y donde la visión de las amistades que piensan que tienes futuro basta para convencer a cualquier empresario.

Luego la fiesta terminó.

Y aparecieron semanas amargas de espera de llamadas, de frustraciones y malos entendidos. Semanas en que sólo tenía cuatro pesos para pagar el 380 y viajar de mi casa a casa de Martha y llegar malhumorado a quejarme, a contarle como si ella no lo supiera, que todo estaba de la fregada.

Llegaron llamadas y no eran de Guadalajara, todas de Autlán donde me invitaban a la Radio, a hacer un periódico, a vivir en mi casa y decidí lo que ya todos saben y me regresé.

Sacrifiqué muchas horas con Martha, muchas sesiones de café con Imelda, noches de Mutua, Burros Salvajes y todo lo que yo esperaba tener al finalizar la universidad.

Recientemente platicaba con Edith y aunque no se lo dije sí lo pensé. Entre lo que uno espera hacer y lo que de verdad puede hacer, hay en la mayoría de los casos una distancia enorme. No hay que olvidar las espectativas universitarias aunque sí reemplantear el camino si es necesario y en mi caso lo fue.

Eso no quiere decir que me halla olvidado de mis amigos o de Martha, ni que lo tengo ahora en Autlán sea una maravilla, pero estoy contento en lo que cabe.

Le cerré las puertas a unas oportunidades pero se las abrí a otras.


Lo peor que pude haber hecho o puede hacer cualquier es vivir quejándose porque las cosas no fueron como esperaban, es un mucho de testarudéz de nuestra parte esperar que los días de ahora sólo fuera una continuación de las fiestas de ayer.

Lo que esperaba tener y lo que tengo ahora no se parece en nada, pero en nada. Aún así creo que no todo está mal.

Sin más.
Le seguimos luego.

3 comentarios:

Fedora dijo...

Las noches de banda pueden seguir, solo llamenme y organizamos la party, tmb para que se nos quite esa cara de espasmo que ponemos cada vez que nos volvemos a ver jajajaja.

Saludos.

Anónimo dijo...

Pues aun me tienes a mi y siempre hay que echarle ganas y salir adelante. Recuerda que Roma no se construyó en un día y los pasos que hay que seguir para trascender no siempre son sencillos y se requiere de tiempo, el que estés allá no quiere decir que no vas a lograr hacer lo que quieres.
Recuerda que puedes contar conmigo...

Anónimo dijo...

Lo mismo que yo me digo cada mañana mi buen Efrén... lo que crees que puedes hacer... lo que sabes que puedes hacer... y finalmente lo que si puedes hacer. Fialmente sientes que te estancas en tu covacha... quemaándote con el terror y el horror del mundo.