viernes, septiembre 24, 2010

Las mujeres y los vestidos

Era un viernes en la noche y yo, faltaba más, hacía lo que cualquier varón de mi edad y mi condición hace en un viernes en la noche. Entonces le quité la corcholata a la Bohemia oscura que transpiraba debido a su bajísima temperatura. Le subí a la música pues Joaquín Sabina me recordaba las negras consecuencias de decirte: "Cuidado Chaval, te estás enamorando" y encedí mi Camel rojo, el primero en 15 días.

Y le dije a Fabián, que hacía lo propio: "Si las mujeres supieran lo hermosas que se ven con vestido, lo usarían todos los días".

Mi amigo es inteligente, ya lo he dicho muchas veces, y agregó alguna reflexión que abonó a la idea y que, hablaba de lo difícil en términos prácticos que debe ser verse bien todo el tiempo.

Entonces reflexioné -Sabina ya regresaba al pueblo con Mar, pues el otoño había tardado en llegar lo mismo que el invierno- que ahí es donde radica la magia del vestido. Pues recordé a decenas de mujeres que en otros escenarios lucen poco agraciadas y el día que se quitaron los jeans y los tenis, y se pusieron el vestido o la falda a las rodillas, hicieron que varios volteáramos a verlas y algunos, soltaran un suspiro.

Nunca he sido conservador, pero a veces me pregunto si no estaríamos un poco más felices guardando cosas de antes. Por este Autlán y otro par de ciudades que frecuento, caminan seres humanos a los que hay que dedicarles un rato para descifrar si son féminas o varones. Iniciaron las estéticas Unisex y ahora todo parece igual.

Alguien en algún momento y estoy seguro que por intereses exclusivamente personales, nos convenció a todos de promover políticas y acciones que nos hicieran iguales. Ni yo ni nadie está en contra de que todos seamos dignos y que nadie sea lastimado y le sea negado su derecho al desarrollo. Hablo de la identidad, de los elementos que nos hacen relacionarnos con el mundo y al mundo con nosotros.

Y siento nostalgia por un mundo que viví sólo de pasada. Cuando las mujeres andaban en la calle en vestido que destacaban lo que hace bellas a las mujeres: las curvas. Algunas pronunciadas y otras escuetas, pero todas bellas. Ahora usan unos pantalones horrorosos que hacen entrar cada pierna en un empaque vacío de Platívolos Marinela y unos playeras que incluso las de pronunciadas llantas -capaces de criar moscos del dengue- se avistan.

"Ya no es lo mismo Vale" le digo a Fabián: "Es políticamente incorrecto marcar diferencias, e incluso en los más elementales principios teóricos, se requieren las diferencias para reafirmar las identidades propias. Vamos camino a ser una sociedad sin identidad, sin saber reconocerse".

Porque sobre todo en las relaciones entre el sexo femenino y el masculino, no hay nada más seductor que las diferencias. Y se marcan en sutilezas como la manera de vestirse.

"Pobres también de ellas" reconoce también Fabián: "Nosotros no vestimos Traje todos los días".

Y le doy la razón. Y sigue mi nostalgia, porque si bien, a todos los hombres nos gusta ver las curvas que prometen la calidéz, la ternura y la pasión -Caderas en las que no se pone nunca el sol, diría nuestro musical acompañante-, sospecho que a las mujeres les gusta ver en nosotros vestigios de eso que ya no somos: cazadores, guerreros, es decir, hombres duros capaces de defenderlas; toscos, sobrios, pero vulnerables únicamente a su seducción.

Darwin tendrá que volver, y reescribir su teoría de la Evolución de las Especies. Tendrá que agregar esos horribles pantalones de las mujeres y esas terroríficas cejas depiladas que tantos adolescentes le imitan al Chícharito Hernández.

2 comentarios:

Miriam Vaca dijo...

No sabia que tienes un blog, de ahora en adelante seré tu seguidora, me gustó.

Este post me hizo reflexionar un poco sobre la vestimenta que diferencía al hombre de la mujer, y es que es cierto, hubo una época en la que las mujeres lucían hermosas con trajes sastres en falda, o vestidos, sencillos o glamorosos, en las que se veían estupendas, hermosas; pero llegó la liberación femenina y las ganas de usar lo que "ellos" usan y es cómodo, y donde los hombres que antes usaban su traje y sombrero, o por lo menos pantalón de vestir con una camisa que les daba esa personalidad en la que las mujeres se sentían seguras, pues su hombre las protegería. Y los 70's cambiaron todo...
En lo personal siempre uso pantalón, pues por la comodidad que una mujer como yo, anda para todos lados (hijos, casa, trabajo) y algunas actividades un vestido o falda no me dejaría realizar, pero si, me gusta usar vestido...
Saludos Carlitos

Anónimo dijo...

Chualada de blog. Felicidades.