miércoles, julio 16, 2008

El Coyote cumple años

Cuando salí de la secundaria y entré a la prepa cambié de amigos. El argumento más contundente es que yo padecía de hambre y con quien me juntaba en la secundaria no. El hambre es más grande que la amistad, así que opté cada mañana del primer semestre de la preparatoria por ir desayunar yo solo. Sin amigos. Y satisfacer mi hambre.

Un día en la lonchería Tradición, mientras pedía en solitario una torta cubana, aparecieron en el escenario de mi vida dos personajes, tenía cara de niños, usaban brackets, participaban poco en clase, pero conocían a la mayoría de las compañeras guapas, me invitaron a sentarme con ellos al reconocerme como su nuevo compañero e hice lo único educado que he hecho con ellos desde entonces, esperé a que les sirvieran su comida, para luego comer yo.

Luego les hice cosas muy groseras. A Neto, una vez, estábamos en la casa del Kapi y le escondí su cuaderno atrás de un cuadro, se me olvidó que ahí lo había dejado y al otro día el pobre menso tuvo que caminar hasta la casa del Kapi para poder entregar la tarea que contenía ese cuaderno. Aún no entiendo porqué no me pegó.

Tampoco lo hizo una vez que jugando frontenis le di un pelotazo justo en la nuca, el círculo enrojecido se le quedó marcado entre el cabello.

Supongo que a Neto le debo como 28 pesos, de la época de prepa cuando me quedaba sin dinero para el camión y le pedía un peso para completar mi pasaje. En cambio creo que siempre puse lo justo para pagar las lechugillas y el bolillo con el que terminábamos las tardes de frontenis.

Creo que el día que terminamos más tarde la fiesta fue aquella vez que de apoyo una lavadora, cantamos durante horas la canción de rompe y rasga "¿Qué me vas a dar si vuelvo?", algo que hasta este momento es secreto de estado. Una vez tuve que callarlo porque desde la azotea de mi casa solicitaba servicios especializados de compañía femenina.

"Vas a ser tío" me dijo en un mensaje de celular hace casi cinco años. Y su hija nació exactamente 20 años después que yo. Comí un chocolate, fui el único que la cargué porque nadie de los demás se animaba. Le ayudé a darle el biberón muchas veces. Era como niña de todos.

Nos dejamos de ver meses, semanas, pero cada que nos reencontramos es como si retomáramos la plática en el mismo punto la habíamos dejado antes. Ya no jugamos frontenis por falta de tiempo. Mucho menos tomamos lechuguilla con bolillo luego.

Pero el muy maldito tuvo a bien festejar su cumpleaños el próximo sábado. Hay toros ese día en la plaza. Quizá entienda.

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