Habría que brindar por la esperanza.
Porque no se termine nunca, porque sea el aliento que nos impulse en los últimos metros de la carrera, porque sea la que nos llene de calor en las noches frías y negras.
Brindar por la esperanza y así, sin más arrancarle al destino fortuna, bendiciones, metas cumplidas, deseos anhelados, sueños rotos.
Habría que brindar por la esperanza para ser niños de vez en cuando. Para seducirnos con el fuego, con el agua, con una caja de zapatos vacía, con un chocolate barato y con cosquillas como medicina.
En épocas en que el universo conspira para perderla, donde nos han enseñado a través de la tele que es peligroso tener esperanza habríamos de hacer un pacto.
Hay que tenerle esperanza a lo que empieza, hay que dejarnos seducir por el fuego, encontrar el aliento que impulse en los últimos metros de la carrera.
Yo lo encuentro en cenas como ésta. Pásenle, están en su casa.
Sin más.
Le seguimos luego.
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1 comentario:
Salud por la esperanza y también por tus comentarios.
Me refiero a San Miguel de Allende ya estuve en Guadalajara en el 2005 durante la FIL, es una ciudad Maravillos espero regresar por allá.
Un abrazo y feliciades
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