jueves, octubre 12, 2006

De aquí me viene lo cuentero

Don Pedro

Una vez estaba mi abuelo en su Coamil, a dos o tres kilómetros de su casa, cuando vio que tras el cerro se distinguía una tormenta, no tenía ganas de bañarse así que tomó sus cosas y comenzó a correr.
La tormenta se enojó, no le pareció bien que un campesino menudo y chaparro quisiera escapar de su furia y lo comenzó a perseguir.
La carrera fue de competencia olímpica, mi abuelo corría con todas sus fuerzas esquivando árboles que caían, brincando piedras y de vez en cuando dándose tiempo de voltear a ver a la tormenta.
Y la veía cerca, enojada, desesperada porque las zancadas de mi abuelo eran más rápidas que todos sus esfuerzos por mojarlo.
La lucha terminó justo al llegar a casa, mi abuelo entendió que por el bien de la humanidad él tenía que hacer un pequeño sacrificio con su ego, así que para evitarle a la tormenta una peligrosa frustración, dejó que una gota de lluvia cayera en el talón del último pie que metió a su casa.

De ahí me viene lo cuentero. Esa maña de dejarme fascinar por la ilusión, la metáfora, lo imposible, la salvación y el heroísmo.

Otra vez el presidente Carlos Salinas andaba enojado con la gente de Jalpa porque el PRI no había sacado muchos votos, así que mandó helicópteros a espiar a los sospechosos de subversivos. Mi abuelo fue víctima justo en el momento en que quería ir al baño en el cerro, como ya no aguantaba más tuvo que tomar medidas drásticas.
Juntó cinco piedras y las lanzó contra el Helicóptero, con la suerte de que les pegó justo en el motor y la nave cayó, él hizo sus necesidades y en cuanto acabó llegaron otros helicópteros que se llevaron a los heridos. La noticia no salió en ningún periódico.

Mi abuelo no se enteró de revolución. Por eso trabajó en parcelas que le prestaban caciques del pueblo con la condición de que les diera la mitad de la cosecha, sabía arar con Yunta de Bueyes. También es peluquero, carpintero, albañil, artesano, campesino, caporal, matancero e inventor.

Mi abuelo dice que si alguien le da las piezas él seguro que podría armar un avión.

Yo digo que mi abuelo es cuentero y agradezco que así sea, que me lo haya transmitido y que aún pueda disfrutarlo. Aunque ya eso de contar sus aventuras lo deja para días en que ninguna tormenta lo persigue.

Sin más.
Le seguimos luego.

2 comentarios:

Fedora dijo...

Te voy a contar una anecdota, una vez entrevistaron a Rulfo en España, en un programa muy famoso de un periodista que se caracterizaba por acorralar a sus invitados. El conducto le pregunto a Rulfo -"por qué no escribió más novelas, por qué solamente dos?"
Rulfo respondió tranquilamente "Ah porque se murió mi tío Celerino y él era quien me contaba las historias".

Con su post me acordé de Rulfo pero si algo me encanta es escuchar las historias de los abuelos, a veces son literatura pura.

Saludos

Carlos Efrén dijo...

Gracias Lola, sí recuerdo esa entrevista.
Y Rulfo tenía razón, algunso de sus cuentos son leyendas de este lado del mundo.c